Los reconocí, enfrente de mí tenía a una veintena de Guerrilleros de Cristo Rey
y verdaderamente imponían respeto. Vestían unas chupas oscuras y casi todos
portaban gafas de sol, sus edades rondaban entre los veintitantos y cincuenta y
pocos. Por sus gestos se notaba que estaban acostumbrados a estas lides. Julio
me los presentó y nos dimos la mano, uno se levantó mientras decía al
resto:
-Vámonos de aquí, damos mucho el cante y lo que había que ver ya está
visto, además, esto huele a madera.
Lentamente fueron incorporándose todos y
salieron al exterior, Julio hizo señal para que les siguiera mientras
decía:
-¿No querías conocer en vivo una cacería de rojos como las de antes?
¡Ahora la vivirás!
Nos alejamos por entre las calles hasta un sitio más
apartado. El trasiego de gentes que llegaban a contemplar la retirada de la
estatua era impresionante. Unos iban a aplaudir, los otros a abuchear: en ese
momento buscábamos a algunos de los que aplaudían.
De repente los vimos. No
irían menos de un centenar, sus largos pelos y formas de vestir servían de carta
de presentación. Solían moverse en grupos numerosos para evitar posibles
agresiones, pero hoy no tendrían suerte.
Nos detuvimos y los observamos,
estaban a un par de manzanas de distancia. Uno de los guerrilleros, el que
llevaba la voz cantante, dijo al resto:
-¡Cómo siempre! ¡A la tercera
cargamos!
Avanzamos hacia ellos ocupando todo el ancho de la calle, a
nuestras espaldas ocultábamos las porras y cadenas que nos servirían de armas.
Cuando estábamos a menos de treinta metros, nos divisaron.
-¡Que vienen los
fascistas! ¡Que vienen los fascistas! -gritaron con terror.
-¡Permanezcamos
unidos! -oímos que decían-. ¡Somos muchos y no se atreverán!
El jefe
guerrillero se paró en medio de la vía con las piernas abiertas, mirando
fijamente a las presas. Detrás de él, de acera a acera, nos situamos el resto de
igual manera.
- ¿QUIÉN ES LA LEY? -gritó el primero.
-¡¡CRISTO REY!!
-respondimos el resto.
Los contrarios, al escuchar tan temida frase,
empezaron a flaquear mientras avanzábamos andando…
-¿QUIÉN ES LA
LEY?
-¡¡CRISTO REY!! -volvimos a responder.
-¿QUIÉN ES LA
LEY?
-¡¡CRISTO REY ES LA LEY, GUERRILLEROS AL PODER!!
-¡¡CRISTO REY ES LA
LEY, GUERRILLEROS AL PODER!!
-¡¡CRISTO REY…!!
Mientras la adrenalina nos
llenaba por completo, iniciamos la carga contra los otros, que salieron huyendo
despavoridos, abandonando bolsos y zapatos sobre los adoquines de la acera.
Varios furgones de policía pararon a nuestro lado, pero los uniformados
ocupantes permanecieron inmóviles en sus asientos. No querían
problemas.
Tranquilamente nos fuimos del lugar y nos despedimos con un fuerte
abrazo, y volví a Cánovas donde tomé un refresco.