Por razones obvias, el fascismo no pudo desarrollarse en la Unión
Soviética desde 1917. Pero eso no significa que el fascismo no tuviera un
cierto peso en la historia de los pueblos de la URSS.
"En Rusia - dice Nolte-, se habian dado las raíces de un posible
fascismo especialmente fuerte". Se refiere a los grupos pre-fascistas
que surgieron después del intento de revolución izquierdista de 1905.
Varios de estos grupos eran puramente de extrema-derecha, otros
enteramente activistas (como las famosas Centurias Negras que se destacaron
en el curso de numerosos progroms). Solo el grupo denominado Union del
Pueblo Ruso puede ser designado como germen de un fascismo ruso, pues
tanto como antisemita y anticomunista era anticapitalista y antiliberal y
exigía mejoras sociales para el campesino y los obreros. Entre 1905 y
1908 la UPR fue activa e importante empezando a decaer a partir de
esa fecha. Durante los sucesos revolucionarios de 1917 no tendria ninguna
participación.
Tras la revolución bolchevique y la derrota de los "ejércitos
blancos", muchos miles de exiliados rusos se extendieron por todo el
mundo. A muchos les animaba un rencor gigantesco contra los bolcheviques,
pero otros muchos culpaban a los viejos partidos. Era
natural que en estos ambientes de exiliados influyera el ejemplo del
fascismo, entonces triunfante en toda Europa. El fascismo ruso nació
entre los exiliados y pugnó por penetrar en el interior de la URSS,
empeño harto difícil dadas las características de la dictadura
stalinista.
En 1931 se creo, en Manchuria, un Partido Fascista Ruso, dirigido por
Rodzaevski. Poco después nacía entre los exiliados en los Estados
Unidos, otro partido fascista. Ambos se fusionaron en 1934 en el Partido
Fascista Pan-Ruso y desarrollaron desde Manchuria una activa labor de
infiltración de propaganda en la Unión Soviética.
En Europa, los círculos de exiliados fueron igualmente activos. En 1930
se creó la Unión de Solidaristas Rusos (NTS) cuya ideología no era
fascista, pero sí parafascista, distinguéndose por no profesar el
totalitarismo político. La NTS comprendió que debía apoyarse en los
medios políticos alemanes anticomunistas si quería destrozar el poder
soviético. Las pequeñas organizaciones de exiliados, por sí mismas, no
bastaban para derrocar el stalinismo y se hacía inevitable una acción
militar extranjera. Cuando Hitler fue nombrado canciller, muchos exiliados
creyeron que él sería el hombre que destruiría el poder soviético. De
hecho, elementos rusos exiliados que habían militado en la UPR habían
tenido cierta importancia en el surgimiento del nacionalsocialismo en
Munich "transmitiendo la experiencia de su breve apogeo y su largo
fracaso, al incipiente nacionalsocialismo", como señala Rogger y
mostrando a los alemanes las estrechas conexiones entre judaísmo y
bolchevismo. Desde 1934, el Partido Fascista Pan-Ruso estableció
contactos con las nuevas autoridades alemanas. En mayo de este año la
revista Fachist editada por el partido decía que la política adecuada a
seguir era transformar la guerra de la URSS con un país extranjero en
guerra civil y predicaba el derrotismo revolucionario, como habian hecho
los bolcheviques en la Primera Guerra Mundial: de la derrota surgiría la
revolución que librará a los pueblos rusos del marxismo. Se creo tambien
el Partido Nacionalsocialista Ruso (RNSD) que proponía una política
similar, dirigido por Swetosaroff y fundado en abril de 1933 en Berlín.
Entre las nacionalidades europeas de la URSS, los ucranianos eran los más
inclinados hacia el nacionalismo. El nacionalismo ucraniano, se inclinaba
mucho hacia Alemania y sabía que sólo el conflicto entre Berlín y
Moscú podría permitir el renacimiento de una Ucrania libre. De esta
forma, los medios nacionalistas ucranianos, sobre todo la Organización
Nacionalista Ucraniana (OUN) y tanto los exiliados por Europa, como los de
las minoría ucranianas de Polonia (Galitzia) y Checoeslovaquia (Rutenia
Subcarpática), se sintieron tentados por el fascismo. Bertin afirma que
se dio "una evolución ideológica de la mayor parte de las
organizaciones ucranianas hacia posiciones próximas al fascismo o al
nacionalsocialismo, pero con ambiguedades". En efecto, el componente
básico seguía siendo el nacionalismo; los elementos racistas o
corporativistas se añadían dada la confianza en que la liberación
vendria gracias a las potencias fascistas. En 1941, cuando la URSS es
invadida por los alemanes, encontraran en Ucrania la activa colaboración
de la población y la ayuda de formaciones armadas de nacionalistas. Pero
el nacionalismo ucraniano estaba dividido y sectores rivales proclamaron
dos gobiernos autónomos. Uno en Lemberg y otro en Kiev. Los alemanes,
eufóricos por sus victorias, no mostraron demasiado interes por el
nacionalismo ucraniano y aprovechando la división, disolvieron los dos
gobiernos y prohibieron la acción de grupos nacionalistas ucranianos. Una
profunda decepción se extendió entre los medios nacionalistas
ucranianos. Los alemanes, a pesar de todo, reclutaron allí numerosas
fuerzas armadas auxiliares. Despues, en 1943, la SS creo una División
Galitzia y el Ejército un denominado Ejército de Liberación Ucraniano.
En el resto de la URSS europea, los alemanes tampoco se mostraron,
inicialmente, muy favorables a las experiencias colaboracionistas, que si
se extendieron fue más por el interés de los propios rusos que por el de
los alemanes. Como soporte político de algunas de las formaciones
auxiliares armadas creadas por rusos, se organizaron pequeños grupos
nacionalista y antimarxistas. La NTS arpovechó, por su parte, la
oportunidad para actuar en el interior de la URSS y entre las masas de
prisioneros. Un miembro del Partido Fascista Pan-Ruso llevó adelante una
de las más destacadas operaciones colaboracionistas: Kaminski, quien creo
en la región de Lokot una provincia autónoma por él administrada y una
brigada de combate. La política de derrotismo revolucionario se estaba
llevando a la práctica.
El movimento colaboracionista ruso sobrepasó las mismas esperanzas de los
pequeños partidos fascistas rusos y se les escapó de las manos. La
principal concreción de este colaboracionismo, el Ejército Ruso de
Liberación, del general Vlasov, apenas tuvo lazos orgánicos con estos
partidos fascistas. Los grandes documentos ideológicos de este movimiento
de liberación ruso, el Manifiesto de Smolensko en 1942 y el Manifiesto de
Praga en 1944 no revelan una ideología fascista. Hay, sí, elementos
fascistas, pero junto a elementos paneslavistas e incluso liberalizadores.
La principal influencia venía del NTS y se detectaba la inspiración de
algunos socialistas anti-bolcheviques. La revolución de 1917, por ejemplo,
no era juzgada negativamente, aunque sí el régimen stalinista. El
fascismo, en conclusión, no desempeñó un papel predominante ni en el
colaboracionismo ruso, ni en el ucraniano. Había sí, una simpatía más
o menos profunda por el fascismo, pero las circunstancias del nacimiento
de los fascismos y la de estos movimientos eran muy distintas. Aislada
totalmente del resto del mundo tras la Revolución Roja, en el terreno
ideológico, la doctrina fascista no había podido penetrar y
desarrollarse a partir de los citados movimientos pre-fascistas, pero
ésto es engañoso. La propaganda soviética acusaba de
"fascista" a todo enemigo de Stalin, pero jamás precisó qué
era fascismo en realidad. En estas condiciones muchos anti-stalinistas
aceptaban el calificativo de "fascistas" sólo para marcar su
oposición a Stalin.
Nolte ha señalado cómo la "fascistización" del stalinismo ha
sido, curiosamente, una de las principales causas que impidió el
desarrollo del fascismo en la URSS. "Desde que en la Unión
Soviética volvían a ser honradas las tradiciones nacionales rusas, ya no
surtía efecto contraponer la idea nacional al internacionalismo. El
oponer la autoridad a la disolución revolucionaria tenía poco sentido
desde que en Moscú residía un 'Voschdy', un jefe.."
Fueron varios los fascistas europeos (entre ellos el español Ramiro
Ledesma), que definieron el estado stalinista como "revolución
nacional rusa", ajena por completo al espíritu auténtico del
marxismo. En todo caso, Stalin supo levantar la bandera de la "gran
guerra patriótica", frente a los ejércitos alemanes, más
interesados en la ocupación militar clásica, con tintes incluso
coloniales, que en servir de vehículos de expansión para la ideología
fascista. Stalin supo utilizar el patriotismo, introduciendo un himno
nacional que sustituyó a La Internacional. Excitó el militarismo
concediendo al ejército nuevamente el uso de signos honoríficos y hasta se
ganó el apoyo de la Iglesia Ortodoxa. No es de extrañar que se produjera,
al final de la guerra, un hecho sorprendente para quien no conozca esta
faceta del stalinismo: el jefe del partido fascista pan-ruso volvió
voluntariamente a la URSS. Rodzaevski escribió a Stalin diciéndole que
él personificaba lo que ellos habian entendido que debía ser el fascismo
ruso. Stalin mostró su verdadera cara de nuevo: mandó prenderlo cuando
llegó a Rusia. Lo encarceló y luego fue asesinado. El dirigente del
Kremlin no dudó en tomar prestados métodos del fascismo para hacerse con
el apoyo del pueblo ruso. Pero jamás sería un fascista. Junto al
dirigente fascista serian asesinados muchos miles de soldados rusos,
ucranianos, cosacos, caucasianos y turkestaníes, que habían luchado
integrados en las fuerzas armadas alemanas. Cientos de miles de hombres,
acusados de fascistas, que habían creído que sólo con la ayuda alemana
sería derrocable el régimen tiránico impuesto a Rusia por Stalin.
Carlos
Caballero - LOS FASCISMOS DESCONOCIDOS