Sí,
soy fascista y, por ello, odiado. Y no por ser mala persona o tener
unas ideas que desprecien o marginen como dicen, porque no es así,
odiado por toda la manipulación que se ha hecho de mis ideas, es decir,
porque la gente no sabe lo que es ser fascista.
No voy a entrar en temas políticos, pero sí quiero que la gente sepa lo que nos supone pensar diferente.
Y es que, aunque en realidad no pensamos tan diferente que el resto de la gente, sí le ponemos otras etiquetas a esas ideas.
Pensamos
como muchos de esas personas que nos odian. Como esa gran mayoría de
gente que piensa que existe una decadencia moral entre los jóvenes.
Jóvenes que, en vez de innovar, de luchar y de creer en el potencial que
tienen para labrarse un futuro, se dedican a quejarse, salir y
drogarse. Jóvenes que jamas han luchado para conseguir nada, que todo se
lo han dado hecho sus antepasados, jóvenes que no han muerto por sus
ideas, que no se han sacrificado por el futuro de este país como se ha
hecho a lo largo de la historia.
Todas
esas cosas aburridas que cuentan los libros de historia son un ejemplo
para nosotros, todas esas fechas y nombres propios que para ellos son
tan solo deberes de clase, para nosotros nuestros héroes. Gente que se
sacrificó por nosotros, algo impensable hoy en día. Hoy políticos y
banqueros hunden España y se lucran a nuestra costa mientras esa
juventud, responsable de pararlo, se dedica a quejarse y, lo que es
peor, difamar a los que sí lo hacemos.
Nos
da igual, seguiremos luchando porque es lo que hemos elegido y no
necesitamos que luchéis a nuestro lado, allá cada uno con su conciencia.
Tan solo os pedimos que nos dejéis tranquilos, que no se os ocurra
difamarnos, insultarnos y agredirnos porque responderemos. Que dejéis de
creer todo lo que os cuenta la prensa y la extrema izquierda de
nosotros. No somos ogros, somos jóvenes (algunos más de alma que de
edad) que luchamos por vosotros, por vuestro futuro y el de vuestros
hijos. Y por querer lo mejor para este país tenemos que aguantar
discusiones familiares, ser señalados por la calle, perder amigos y
novias, ser agredidos, insultados y menospreciados.
No
nos sigáis si no queréis, pero no os interpongáis en nuestro camino,
porque nada y nadie nos podrá parar. Gracias a todos esos jóvenes que
dan su vida por los demás. ¡Honor a los que luchan!