sábado, 11 de mayo de 2013

Ser fascista y otras formas de ser odiado



Sí, soy fascista y, por ello, odiado. Y no por ser mala persona o tener unas ideas que desprecien o marginen como dicen, porque no es así, odiado por toda la manipulación que se ha hecho de mis ideas, es decir, porque la gente no sabe lo que es ser fascista.
No voy a entrar en temas políticos, pero sí quiero que la gente sepa lo que nos supone pensar diferente.
Y es que, aunque en realidad no pensamos tan diferente que el resto de la gente, sí le ponemos otras etiquetas a esas ideas.
Pensamos como muchos de esas personas que nos odian. Como esa gran mayoría de gente que piensa que existe una decadencia moral entre los jóvenes. Jóvenes que, en vez de innovar, de luchar y de creer en el potencial que tienen para labrarse un futuro, se dedican a quejarse, salir y drogarse. Jóvenes que jamas han luchado para conseguir nada, que todo se lo han dado hecho sus antepasados, jóvenes que no han muerto por sus ideas, que no se han sacrificado por el futuro de este país como se ha hecho a lo largo de la historia.
Todas esas cosas aburridas que cuentan los libros de historia son un ejemplo para nosotros, todas esas fechas y nombres propios que para ellos son tan solo deberes de clase, para nosotros nuestros héroes. Gente que se sacrificó por nosotros, algo impensable hoy en día. Hoy políticos y banqueros hunden España y se lucran a nuestra costa mientras esa juventud, responsable de pararlo, se dedica a quejarse y, lo que es peor, difamar a los que sí lo hacemos.
Nos da igual, seguiremos luchando porque es lo que hemos elegido y no necesitamos que luchéis a nuestro lado, allá cada uno con su conciencia. Tan solo os pedimos que nos dejéis tranquilos, que no se os ocurra difamarnos, insultarnos y agredirnos porque responderemos. Que dejéis de creer todo lo que os cuenta la prensa y la extrema izquierda de nosotros. No somos ogros, somos jóvenes (algunos más de alma que de edad) que luchamos por vosotros, por vuestro futuro y el de vuestros hijos. Y por querer lo mejor para este país tenemos que aguantar discusiones familiares, ser señalados por la calle, perder amigos y novias, ser agredidos, insultados y menospreciados.
No nos sigáis si no queréis, pero no os interpongáis en nuestro camino, porque nada y nadie nos podrá parar. Gracias a todos esos jóvenes que dan su vida por los demás. ¡Honor a los que luchan!