viernes, 25 de noviembre de 2011

Onésimo Redondo


Onesimo Redondo Ortega, nace en Valladolid el 16 de febrero de 1905. Fue un destacado dirigente nacional-sindicalista español, co-fundador de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas (JONS), partido que acabaría por integrarse en la Falange Española de la JONS el 11 de febrero de 1934.
Nació en el seno de una familia de propietarios agrícolas. Despues de completar el curso de Derecho en Salamanca, regresó a Valladolid. En octubre de 1928 inicia su carrera política como líder del Sindicato de los Cultivadores de Castilla la Vieja. En 1929 cumple el servicio militar en Valladolid. Inicialmente conectado al movimiento de Acción Católica, se aleja de la organización, que considera demasiado próxima al liberalismo burgués. Despues de la proclamación de la Segunda República, funda en agosto de 1931 las Juntas Castellanas de Acción Hispánica.
En noviembre de ese año, su organización se une con la otra liderada por Ramiro Ledesma Ramos. Las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas son el resultado de esa unión, que adopta como emplea el Yugo y las Flechas, antiguo anagrama de los Reyes Católicos.
Las JONS, declaradas antimarxistas, tenían como objetivo la creación de un Estado Nacional-Sindicalista. Como método de acción proponían la Acción Directa, término creado por el filósofo italiano Sorel y renegaban del sistema electoral por ser "liberal-burgués" y corrupto.
Aunque Redondo hubiese sido partidario de la Monarquía, en su época de la Acción Católica, en 1931 no se oponía a la República como forma de Estado.
En 1932 toma parte en la fracasada sublevación del general Sanjurjo. Para evitar la detención cruza la frontera y se exilia en Portugal, más precisamente en la ciudad de Porto. Del exilio crea con Ramiro Ledesma Ramos una nueva revista, J.O.N.S., como órgano del partido. En octubre regresa a Valladolid. Decide presentarse en las elecciones de 1933 pero retira su candidatura a última hora.
En marzo de 1934, las JONS se unen con la Falange Española, partido de José Antonio Primo de Rivera. En el nuevo partido llamado Falange Española de las JONS, Redondo asume un segundo plano de acción.
El 19 de marzo de 1936 es detenido en Valladolid. Durante su prisión, permanece en contacto con el líder del partido, José Antonio, también preso. El 25 de julio es transferido para la prisión de Ávila de donde es puesto en libertad por militares sublevados el 18 de Julio, cuando se inició la Guerra Civil Española.
Se dirige a Valladolid, donde rápidamente organiza un grupo armado de falangistas. Marchan enseguida para Madrid y combaten en el Alto de los Leones. El día 24 de julio es llevado hacia una emboscada y muere a manos de militantes anarquistas del CNT.

El franquismo lo convirtió en uno de los "mártires de la Cruzada". En el lugar de su muerte, en Labajos, existe un monumento conmemorativo en el que los militantes de Falange hacen cada año una ofrenda floral.

Hoy, aunque este algo olvidado, permanece una figura incomparable del movimiento nacional-sindicalista español y un ejemplo de lucha por la Tradición y Justicia Social. Enemigo de marxistas y liberales, creyó siempre en la existencia de una tercera vía, habiendo sacrificado su vida por eso.
La viuda de Onésimo Redondo, Mercedes Sanz Bachiller, sería la fundadora, en octubre de 1936, del Auxilio de Invierno (después llamado Auxilio Social), organización benéfica integrada en el partido falangista que alcanzó una gran relevancia en los primeros tiempos del franquismo. El 25 de julio de 1961 se inaugura en el Cerro de San Cristóbal de Valladolid un monumento a Onésimo Redondo, que permanece en la actualidad.

"Debemos exterminar, con un genuíno movimiento revolucionario, con todas las formas de usura, incluyendo la moderna, que consiste en pagar al campesino un mínimo bastante para que no muera y continúe trabajando, pero insuficiente para que alimente a los hijos que da a la Patria... Tenemos que ayudar, finalmente, a quien trabaja y deshacer -violentamente si es necesario- a la burguesía escondida en sus numerosos fondos económicos. Pedimos una revolución social para que todos los hombres aptos encuentren trabajo dignamente remunerado, para que no se vean privados de la posibilidad de ascender, por sus medios, a una condición mejor y para que el campo -que es España- quiebre las corrientes de la hegemonía burguesa. Pero si la revolución social es una necesidad y un grito de justicia, hay que defenderla. Ese movimiento sano y juvenil, libre tanto de las corrupciones traidoras que viene de la democracia semita superburguesa, como de las máximas internacionales marxistas que descaracterizan la genuina revolución hispánica para hacernos siervos de Moscú. Revolución Social, enérgica y urgente, a cargo de la juventud española".
("La revolución social", número 2 del semanario Libertad, 20 de junio de 1931)