viernes, 10 de junio de 2011

IBEROS Y CELTAS... ORIGINARIOS DE OCCIDENTE

Los primitivos habitantes de la península ibérica eran generalmente conocidos como iberos en la época clásica. Heródoto de Heraclea nos asegura que los habitantes de Iberia, aunque siendo de la misma raza, tenían nombres distintos según las tribus.

Lo mismo opina gran número de sabios modernos, que estiman el término «iberos» en su significación de contenido geográfico y no étnico. Porque los iberos no constituyen una etnia circunscrita a la sola península ibérica; sus orígenes se pierden o, mejor, se hallan entre las brumas del más lejano pasado de la Humanidad.

En efecto, sabemos que los FRIGIOS eran de origen ibérico, lo mismo que los SICANOS que ocuparon la isla de Sicilia, y los primitivos habitantes del Lacio antes de la fundación de Roma.
Conon, el historiador griego que vivió en el último siglo antes de nuestra Era , escribió para el rey de Capadocia, Arquelaos Filipátor, una historia en la que asegura que el mismo Midas fue rey de los BRIGAS, los cuales, pasados al Asia, fundaron la ciudad de Troya y fueron llamados frigios.

La Costa Azul francesa ha conservado un vestigio toponímico del paso de los brigas ibéricos en la región del río Var, donde fundaron su capital Varobriga, honónima de uno de sus jefes. Esos hombres eran parientes de los que, más tarde, se habrían de llamar PRECELTAS, LIGURES, PELASGOS, IBEROS, VASCOS.

Fueron ellos quienes enseñaron a Europa la fabricación del bronce y que exportaban las armas metálicas de su fabricación —las más antiguas— a Oriente y a las islas Británicas.
Tago, sucesor de Brigo al frente de su pueblo, prosiguió la politica expansiva de su predecesor, en particular por las partes de Oriente: en la región del Cáucaso —donde subsiste el nombre de Iberia—, en Francia, en Albania y en Africa.

Añadamos que Tago es conocido en el Génesis (cap. X) bajo el nombre de Togorma, y no sin emoción comprobamos que la antigua toponimia de España ha conservado su recuerdo, no sólo en el río que lleva su nombre —el Tajo, antiguamente lago—, sino en un encumbrado lugar histórico de la provincia de Soria: San Esteban de Gormaz.

Como queda indicado, esos pueblos se habían extendido, desde épocas muy remotas, sobre la mitad sur de Francia y, en términos generales, alrededor del Mediterráneo donde el clima era grato. Pertenecen a la famosa raza mediterránea de Sergi y sus descendientes han formado pueblos que nos son conocidos bajo nombres distintos, lo cual no afecta a su origen común . Ya veremos luego el origen de algunas de esas denominaciones, a veces engañosas.

Me parece oportuno añadir aquí, que las mezclas y la confusión de pueblos y de religiones era un hecho reconocido en Grecia, ya en el decimosexto siglo antes de la Era cristiana (Heródoto 1, 50), y es notorio que la civilización y la religión griegas de la época «clásica», que son muy posteriores, son hijas de tales mezclas y de tal confusión.

Y no sería ocioso, llegados ya a este punto, que reflexionásemos un tanto sobre el sentido oculto del relato de la expedición del griego Heracles a Iberia. El «robo de las vacas de Gerión y de las Manzanas de Oro», apenas disimulan la verdadera razón que consiste en la promoción de ciertos elementos de civilización y de progreso que se encontraban en Iberia.
Porque en el sur de Iberia —que bañaba el océano de los atlantes—, existía una civilización más avanzada, poseedora de secretos y de métodos ignorados en otras partes en aquella época.


Los brahmanes afirman que la patria de Ram, fundador de imperio, era la Europa occidental; su hermano y lugarteniente era Lackman, nombre céltico que reconocemos en Polack, cuya mujer Escita era oriunda de Polonia-Rusia = Escitia.

Ram, al frente de sus efectivos, marchó sobre las tierras que andando el tiempo formarían el pueblo persa, combatió a los autóctonos y creó el imperio de IRAM, el Irán actual. Tomó el título de Schid (Sidi o Cid), es decir, señor. Estos hechos están consignados en el Zend Avesta y las excavaciones del Lauristán han exhumado materiales pertenecientes a estos pueblos.

Parece, pues, sensato admitir que los pueblos célticos eran, lo mismo que los ibéricos, de origen OCCIDENTAL y no arios orientales.

Y si según la hipótesis del sabio español Martín Almagro, los iberos no eran acaso sino una tribu celta; si para Robert Charroux, Bournuf, Blavatsky , LOS HEBREOS ERAN DE ORIGEN ARIO Y CÉLTICO; si según G. Philips, H. Hirt , los autóctonos americanos están emparentados con los primitivos atlantoiberos; y si los hebreos (los ibri de la Biblia) descienden de los iberos, como afirman Milosz y Duvillé, giramos en torno a un círculo dentro del cual se encuentra sin duda la verdad. Trataremos de captarla estrechando este circulo.


Cuando en los albores del cristianismo los monjes bretones llegaron a Irlanda, el recuerdo de esas migraciones estaba aún vivo. Encontraron una biblioteca con más de 10.000 manuscritos trazados en caracteres ránicps sobre corteza de chopos, que relataban la historia de los pueblos célticos.
Los monjes exorcizaron ios manuscritos y los quemaron. Afortunadamente el Ramayana nos describe las hazañas de Ram o Rama, llegando de Europa occidental al frente de una enorme migración, para derrotar al rey Dacarata.
Ese héroe céltico fue, según los textos, el 55 monarca solar que colonizó la India. El nombre del Dios supremo de su culto ISWARA, del cual había de sacar Moisés, desde la tradición caldea, ISWARA-EL y por contracción : ISRAEL.
Que nadie se extrañe, pues, de vernos atribuir un origen común bien que remoto, a los celtas, a los iberos y a los israelitas, los ibri de la Escritura. (Es conocido por todos que la Biblia judía casi en su totalidad es un simple plagio de histórias antiguas vividas por otros pueblos, totalmente ajenos al pueblo judío).

Fatigado de tan intensa actividad, Ram regresó hacia Occidente. Esta marcha es denominada «el retorno», y como el Oriente era conocido como el país de Kush, recibió el nom-bre de «Bach-Kush»; de ahí el cortejo de animales asiáticos que acompañan la procesión del Baco indio o que regresan de la India. Y no olvidemos que Baco era también uno de los epítetos de Osiris —el Dionisos egipcio— y del Dionisos griego.
Los lamas del Tibet son sus sucesores

El culto comprendía entonces el cuidado del fuego ante el altar de los antepasados, la matanza del ganado según deter-minado rito y la comunión del sacerdocio bajo las especies del pan y del vino. Es el sacrificio del Sumo Sacerdote Melquisedec del que nos habla la Biblia.
La Humanidad era considerada como un gran cuerpo, Subdividido en secciones definidas, a las cuales había que dispensar una enseñanza adecuada a la evolución alcanzada. De ahí los diversos grados de iniciación. En Grecia se conservaron estas costumbres en los misterios de Delfos y de Eleusis.


Resumamos ahora las conclusiones de’ los investigadores españoles concernientes al hecho céltico-celtibérico. Bosch Gimpera estableció una cronología según la cual los celtas llegaron a la península por oleadas sucesivas, empujándose unas a otras hacia el Sur y hacia el Oeste. Fundamenta su cronología partiendo de la cerámica de la necrópolis de Tarrasa, característica del pueblo de los campos de urnas, y sigue en Cataluña las huellas de este pueblo examinando la toponimia que le brindan lugares estratégicos y establecimientos agrícolas.

Después de haber clasificado las oleadas célticas en dos fases: siglo IX antes de J.C., en Cataluña, y en 600 por la Meseta, Bosch Gímpera distinguió cuatro movimientos: en 900 antes de J.C. llega a Cataluña el pueblo de los campos de urnas (al cual se unen los beribracos); sobre el 650 llegan los berones, los pelendones, los gernianos y los otros pueblos de Hallstatt arcaico procedente e los confines septentrionales de la Germania, que se establecen en el extremo sur de la península; la tercera ola está representada por los sefos, gallaeci, lusones, turones y, finalmente, llegan los belgas en el si lo IV antes de J.C.

Juan Parellada de Cardellac