“Estoy seguro que, por un lado, los Rothschild aprecian los méritos de Marx y por el otro lado, Marx siente una inclinación instintiva y un gran respeto por los Rothschild. Esto puede parecer extraño. ¿Qué podrían tener en común el comunismo y la Alta Finanza?. ¡Oh, oh!. El comunismo de Marx busca un fuerte estado centralizado, y donde ello exista, debe, inevitablemente, existir un Banco Central estatal, y donde esto exista, allí, la parasitaria Nación Judía -que especula con el trabajo del pueblo-, encontrará el medio para su propia existencia…
En realidad esto significaría para el proletariado un régimen de cuartel, bajo el cual los trabajadores y trabajadoras -convertidos en una masa uniforme-, se levantarían, irían a dormir, trabajarían y vivirían al compás de un tambor; el privilegio de conducir quedaría en las manos de los técnicos y educados, con un amplio campo para negociados provechosos realizados por los judíos, que serían atraídos por la enorme extensión de las especulaciones internacionales de los bancos nacionales…”